martes, 5 de octubre de 2010

¿Miedo a la vista?


Por YAMILKA NUEVA RAMOS. Ilustración: ENRIQUE.
Qué malo es el miedo, ¿eh? Los seres humanos no estamos preparados para este tipo de turbación, no nos sabemos comportar con dignidad. Mire si es así que basta con mirar la cantidad de guanajerías que hacemos cuando tenemos miedo. Aquí les dejo algunas situaciones típicas y nuestra estúpida reacción ante ellas.
Estás por la noche en la cama y oyes un ruido extraño, ¿qué haces? ¡Te tapas con la sábana! ¡Muy bien! ¿Qué pasa, que la sábana es antibalas? ¿Que si viene un malo con un cuchillo no va a poder atravesarla, se le va a doblar la hoja? ¡Por favor!
¿Y cuando nos da por mirar debajo de la cama? ¡Caramba, con los años que nos pesan encima! Además, suponiendo que haya un “colado” debajo de la cama, ¿qué ganas mirando? ¡Que te mate antes! Muy bien, fantástico. ¿Se imaginan que un día nos encontremos a alguien debajo de la cama? ¿Qué le diríamos?:
-Buenas nocheeees... ¿Qué? Asesinando, ¿no?
Otra reacción estúpida ante el miedo es mirar dentro del armario, que ya es el colmo. Porque, vamos a ver ¿a alguien le cabe un señor dentro del armario? Pero si el día que planchas no sabes dónde meter toda la ropa, ¿cómo se va a meter un tipo ahí dentro?
Otra situación. Oyes un ruido raro en la cocina y te levantas, como si fueras el mismísimo Batman, en calzoncillos, y preguntas: -¿Hay alguien ahí? ¿Pero qué crees, que si hay alguien te va a contestar? Lo mejor es cuando llegas a la conclusión de que hay un sujeto seguro, que se esconde ahora detrás de la puerta del cuarto de baño, y ¿qué haces? Asomas la cabeza poco a poco, con el deseo de que ese alguien te baje a gusto un buen gaznatón. ¡Ay!
Vas en un taxi y, de repente, el conductor empieza a correr como si fuese Juantorena, pero sin otros pies que las mismísimas cuatro ruedas, y tú más asustadizo que la Caperucita Roja. ¿Qué haces? Lo normal, protegerte: te agarras a la asita de plástico que hay encima de la puerta. Como si estar así te evitara salir volando con asita y todo, en caso de que el chofer pierda la dirección.
Cuando nos van a poner una inyección, ¿qué hacemos? Atiesar la región glútea tan dura que la aguja rebote! ¡Qué imaginación, ¿eh? Sabemos que duele más, pero no podemos evitarlo.

Y así, amigos y amigas, van sucediéndonos cacosas y cacasos, de las cuales hubiésemos podido salir ilesos, sino fuera porque…esperen, luego termino, sentí que me tocaron a la puerta y yo no puse pestillo…

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